Momotegui, para los adictos al turismo rural, sólo puede calificarse con un 10. De lo que se ve en fotos, no hace falta comentar nada. hablan por sí solas: un entorno inigualable, aislamiento, confortabilidad, funcionalidad, decoración que combina elementos antiguos y modernos, ... De lo que no se ve, decir que Olga y su hija Aia son un ejemplo de profesionalidad y proximidad a la vez, que ofrecen una vivienda limpia y confortable, que tratan con amor a todo animal que convive con ellas: ovejas, perros, ocas, patos, gallinas, ..., proporcionándoles todo aquello que precisan, con respeto a su libertad y naturaleza.
Olga ha conseguido crear un conjunto nada artificial, humano y auténtico, para que cualquiera se sienta como en casa.... pero lejos de su casa. Para amantes de la naturaleza.
Gracias por todo.