La casa es muy bonita, tiene todo lo necesario para pasar unos días tranquilos.
La piscina está muy bien, lo mejor es que es para ti sólo, por tanto da un poco igual si es más o menos pequeña. Las vistas son geniales, El Josep y la Maria Rosa son dos personas increibles, muy serviciales, amables, puedes conversar con ellos en multitud de ocasiones.
En nuestra estancia estaba con ellos su nieto Mateu, de justamente la edad de nuestro hijo Ivan, y se lo pasaron en grande, corriendo, cogiendo almendras, viendo el huerto con el avi Josep, viendo los tractores...
En definitiva, es una casa ideal para descansar, para ir con niños, para disfrutar de las cosas que viste de niño, y olvidaste en tu vida estresada de ciudad.